11 de febrero de 2011

José Antonio Vidaurre Garretón

Nació en la ciudad de Concepción el 22 de Diciembre de 1798, aun cuando algunos autores indican que habría nacido en 1802. Esto último coincide con las declaraciones efectuadas en el juicio que se siguió años más tarde por la muerte del Ministro Diego Portales. De acuerdo a dichas declaraciones, José Antonio Vidaurre habría tenido 34 años al momento del ajusticiamiento del Ministro Portales en el año 1837.

Sus padres fueron don Juan Manuel Vidaurre y Ugalde de la Concha y doña Isabel Garretón. Fue nieto de Juan Antonio Garretón Pibernat y primo hermano de Rosario Puga Vidaurre, madre de Pedro Demetrio O'Higgins.

Su padre había muerto en 1814 defendiendo las trincheras de Concepción contra las tropas realistas del Sargento Mayor Ramón Jiménez Navia.

La época que le tocó vivir al a José Antonio Vidaurre, estuvo llena de sobresaltos, dados los acontecimientos vividos durante la independencia y posterior organización del país.

De esta forma, después de terminar su formación inicial, en 1813, a los 15 años se enroló en el ejército patriota en calidad de soldado raso. Estando bajo las órdenes del general Juan Gregorio de las Heras, y siendo cabo de su división el futuro general Bulnes, concurrió a las campañas del sur.

Su capacidad militar y liderazgo eran extraordinarios, lo que tradujo que en 1817 ya tuviera el grado de capitán. Su primer ascenso lo obtuvo en el campo de batalla, específicamente en el asalto a Talcahuano en 1817, donde fue distinguido por su valor. Combatió en la batalla de Cancha Rayada y posteriormente en la batalla de Maipú, en 1818.

Obtenida la independencia de España, el país se encontraba en una etapa de reorganización, donde se sucedían gobiernos, diferentes constituciones políticas e intentonas golpistas. Por otra parte, las asoladas en la zona sur, primero por el comandante realista Benavides y después por más de una década por los hermanos Pincheira, además de la guerra civil de 1829 entre los pipiolos y pelucones complementaban la situación.

Durante los primeros años de la República, en 1820, a los 22 años, Vidaurre fue llamado a integrar el estado mayor general en Santiago, y en 1823 realizó la campaña de Chiloé, donde fue ascendido al grado de Sargento Mayor del ejército.

En 1828 se le vinculó a la revolución de Colchagua del 28 de junio de 1828, al mando del coronel Pedro Urriola, cuando a través de un motín, se autoproclamó Gobernador de San Fernando, durante el gobierno provisional de Francisco Antonio Pinto. Sin embargo con el tiempo quedó claro que fue el propio Vidaurre quien desbarató dicha intentona. En el manifiesto de Vidaurre del 13 de junio de 1829, puede leerse:

“Es bien sabido que no tuve parte alguna en el movimiento acaecido en San Fernando el 29 de junio del año pasado, i que, creyéndome capaz de evitar mayores males, me reuní con mi batallón, cerca del rio Maipo, el día antes de esa desgraciada jornada, que algunos llaman victoria, i que yo, con gusto les cedo tan funesta gloria; i aun desearía que mis enemigos adornasen sus sienes con esa corona de ciprés. ¡Victoria! ¿Sobre qué enemigos? Sobre nuestra misma patria! Muera yo antes de verla!”
Después de las campañas de Osorno y la batalla de Lircay en 1830, fue ascendido al grado de Coronel. En estas circunstancias, con un país convulsionado, el 6 de junio de 1830, Diego Portales asume en su primer periodo como Ministro de Interior, Relaciones Exteriores, además de Guerra y Marina, con el objetivo de dar gobernabilidad al país, el cual estaba saliendo de una guerra civil (1829 – 1830). Este primer periodo de 16 meses sirvió para reorganizar al ejército y sanear en parte la hacienda pública, además de instaurar una dura política contra los que él consideraba enemigos de la república.

En 1832 entra en campaña la división organizada de Chillán al mando del general Manuel Bulnes. Vidaurre queda como segundo comandante a cargo del batallón Maipo, con 240 efectivos. Ese año, el 14 de enero, se produce la llamada "Batalla de las lagunas de Epulafquen", al norte de la provincia de Neuquén. En esta acción, la división chillaneja al mando de Bulnes y Vidaurre, cruza hacia Argentina por el paso de Alico, en la actual comuna de San Fabián de Alico, y se enfrenta con la banda de los Pincheira. La victoria del ejército chileno puso fin a más de una década de ataques y robos en ambos lados de la frontera.

Meses más tarde, Vidaurre es enviado a la ciudad de Valdivia a sofocar una rebelión y a someter a un juicio de residencia al Sargento Mayor José Antonio Riveros, comandante de armas de la plaza. Después de esta actuación, las relaciones entre el Coronel Vidaurre y Portales se enfriaron, a tal punto de recibirlo a su regreso a Santiago, durante el mes de Septiembre de ese año, de manera muy indiferente.

Si después de estos acontecimientos, se calmaron las aguas entre ambos, fue producto del respeto y el prestigio que tenía el comandante Vidaurre en el ejército y la completa ascendencia sobre sus hombres. Su carrera militar había sido rápida y corta, pero brillante en todos los aspectos.

Estas circunstancias hicieron que el Ministro Portales lo ayudara y no fuera llamado a retiro, como había sido la política con respecto a los antiguos oficiales de la época de la Independencia. Lo nombró en un cargo militar en Valparaíso, y luego en 1833 en la Comandancia General de Armas de Santiago.

Después de haber dejado el cargo, el 21 de Septiembre de 1834, Diego Portales vuelve a asumir en los ministerios de Interior, Relaciones Exteriores, además de Guerra y Marina. En esa época, el ministro veía con preocupación la creación de la confederación Perú-Boliviana, bajo el mando de Andrés de Santa Cruz. La decisión de Portales de declarar la Guerra a la confederación, como una razón de supervivencia de Chile, le trajo muchos enemigos en los distintos estamentos de la sociedad, incluyendo el ejército.

Durante estos años, las conspiraciones, intentonas de revolución y motines en distintos puntos del país eran permanentes. Del texto “Portales una falsificación histórica, de Sergio Villalobos Riveras, extraemos algunas de las revueltas de esos años;

  • Marzo, 1931: Expedición del Coronel Pedro Barnachea a Colcura.
  • Octubre, 1831, conspiración del capitán José María Labbé.
  • Diciembre, 1831, sublevación del Capitán Domingo Tenorio en el archipiélago de Juan Fernández.
  • Enero, 1832, conspiración de Eusebio Ruiz.
  • Marzo, 1833, conspiración del Comandante Joaquín Arteaga.
  • Julio, 1833, revolución de los puñales.
  • Agosto 1836, expedición de Ramón Freire
  • Noviembre 1836, revolución de los cadetes
En enero de 1837 se produce la “Conspiración del Ejército del Sur”. En dicho ejército, como Comandante del batallón Maipo, servía José Antonio Vidaurre. Aún cuando se trató de involucrar a Vidaurre en estos actos, dada la trayectoria destacada del comandante y la confianza que había puesto en él, el propio Portales, se tradujo que cualquier vinculación quedara en el olvido. Sin embargo, sus compañeros de armas, como fue el caso del comandante del Carampangue, don Estanislao Anguita, fueron procesados por conspiración.

Dos meses después, en marzo 1837 se produce la “Conspiración de Curicó”. En dicha ciudad, el 7 de abril fueron condenados y ejecutados tres conocidos vecinos de la ciudad (Manuel Barros, Faustino Valenzuela y Manuel José de la Arriagada). El indulto solicitado previamente por el intendente Antonio José de Irisarri había sido denegado. Portales respondía ante esta solicitud;

“Este modo de proceder inusitado e informal sería muy poco honroso a un gobierno que desea conservar una escrupulosa regularidad en todos sus actos”.
Este proceder implacable traía más enemigos y descontento hacia el ministro.

Motín de Quillota
La proximidad de guerra contra confederación, llevó a Vidaurre a enemistarse con Portales. Él consideraba ésta, una acción sin sentido. Sin embargo, los preparativos para la guerra continuaron, y el comandante Vidaurre, junto a su batallón, fueron trasladados a la ciudad de Quillota. En el contingente se encontraban los capitanes “Santiago Florín y Palma” y los hermanos “Narciso y Raimundo Carvallo Plaza de los Reyes”. El primero de ellos, hijo, y los otros dos, yernos de su mujer, Valentina Palma.

El 2 de junio de 1837, Portales, quien se encontraba en el puerto de Valparaíso revisando el contingente que se embarcaría para el norte, se trasladó a la ciudad de Quillota a supervisar las tropas que allí se preparaban para el conflicto.

Al día siguiente, durante la revista general, el Ministro y su comitiva fueron apresados. El capitán Narciso Carvallo se acercó y con arrogancia le dijo:

“Dese usted preso, señor ministro, pues así conviene a los intereses de la República.”
Portales y sus acompañantes, Eugenio Necochea, Manuel Cavada y el teniente Federico Soto Aguilar, fueron encerrados en el calabozo, exclamando con tristeza el primero:

"¡Desgraciado país! Hoy se ha perdido cuanto se ha trabajado por su mejoramiento".
El día 4 de junio firmaron los sublevados una acta, en la que decidían “suspender por ahora la campaña al Perú, a la que elementos ciegos de la voluntad un hombre, que no ha consultado otros intereses que los que halagan sus fines particulares y su ambición sin límites”.

Ya amotinados, Vidaurre preocupado porque la revolución no se propagaba en el resto del país, obligó al Ministro Portales, bajo amenaza de muerte, a escribir una carta a Blanco Encalada solicitando la rendición de la plaza de Valparaíso. A esto, Portales replicó:

“En nada estimo mi vida, sólo he anhelado el bien del país. He sacrificado mi fortuna y mi reposo en aras de la nación. Como hombre, he podido equivocarme; pero nunca he hecho nada que pueda perjudicarlo o denigrarlo.”
Sin embargo, sin más opción, redactó el documento pidiendo la capitulación de la plaza. La carta fue entregada al capitán Pica, quien la condujo a su destino.

Al enterarse de la situación, el general Manuel Blanco Encalada preparó a sus tropas para enfrentarse a los rebeldes. Probablemente, en ese momento quedó sellada la suerte del Ministro Portales.

Vidaurre y su tropa salieron de Quillota rumbo al puerto, quedando el Ministro Portales a cargo del capitán Santiago Florín, que a la fecha de los eventos era hijastro del comandante del Maipo.

A las 2 de la madrugada del día 6 de Junio de 1837, las tropas de Vidaurre se enfrentaron con los “Cívicos de Valparaíso”, al mando del General Blanco Encalada, y apoyados por la artillería de los buques de la marina. Vidaurre y sus tropas mantuvieron un tiroteo con las fuerzas de Blanco Encalada.

Sin embargo, sin posibilidades de sostener el fuego por mucho tiempo, dado que escaseaban las municiones, los oficiales del Maipo, en una arriesgada maniobra, decidieron realizar una carga a bayoneta calada contra los Cívicos. Estos continuaron con las ráfagas de disparos y artillería, obligando a retroceder a los rebeldes. Sembrado el desconcierto y confusión en la tropa, el combate se transformó en una verdadera carnicería. De los 1400 hombres del batallón Maipo, quedaron en el campo, entre muertos y heridos, 140 y el número de prisioneros subió a 800.

Entre tanto, el 6 de junio el Capitán Florín salió de Quillota rumbo al puerto, con el Ministro encadenado al interior de su carruaje. Cuando se aproximaba al sitio de la batalla, un oficial llegó hasta el capitán y le habló en voz baja. Seguidamente el capitán reunió a un grupo de 8 soldados e hizo detener el carro del Ministro. Su compañero, don Eugenio Necochea, previendo lo que pasaría, le dice:

“Don Diego, nos fusilan...”
El capitán Florín se dirigió al birlocho y gritó:

“Que baje el Ministro”
El que primero bajó del carruaje, fue el Ministro Portales, después su secretario Manuel Cavada y finalmente el entonces coronel Necochea. Al comprender la inminencia del ajusticiamiento, Cavada intentó huir por la quebrada que conducía al mar. Sin embargo sus posibilidades eran nulas dadas las cadenas de manos y pies con que estaba prisionero. Murió a los pocos metros del Ministro.

El único sobreviviente al magnicidio fue el Coronel Necochea, quien relató los acontecimientos de ese día. Santiago Florín ordenó a sus hombres hacer fuego sobre el Ministro Portales, diciendo;

“Tírenle seis”
Los soldados vacilaron y tuvo que repetir la orden dos veces más. Reinaba un silencio sepulcral. Al fin se acercó uno de los soldados y, afirmando el fusil en la mejilla izquierda del ministro, disparó. Portales sin proferir palabra, hizo un movimiento instintivo para apartar el fusil, y el balazo le amputó el dedo anular de la mano izquierda, junto con la parte inferior de la mandíbula. La pólvora quemó la mano y la cara del ministro. El segundo balazo penetró por la parte posterior del tronco, dentro del hueso escapular derecho.



Cuando Florín ordenó rematarlo a bayonetazos. Portales solo dijo:

¿Es posible soldados, que me tiréis a mí?
Tras un momento de duda, fue rematado a bayonetazos. Eran las 3.30 a.m. del 6 de junio de 1837. Portales moría a los 44 años de edad.

El comandante Vidaurre y el capitán Florín huyeron, y se internaron en la quebrada de Viña del Mar. Las fuerzas que los perseguían encontraron el cadáver de Diego Portales. Vidaurre, eludió la persecución por casi un mes, pero finalmente fue hecho prisionero y encerrado a bordo del bergantín Teodoro en Valparaíso. El gobierno de José Joaquín Prieto ordenó la realización de un consejo de guerra, el que lo encontró culpable de la muerte de Portales y lo condenó a un ajusticiamiento público.

En el libro de don Benjamín Vicuña Mackenna, publicado en 1863 “INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LOS DIEZ AÑOS DE LA ADMINISTRACIÓN MONTT”, se pueden leer las declaraciones y testimonios del juicio realizado en esos años y que terminó con la ejecución del Comandante Vidaurre y los capitanes Santiago Florín, Narciso y Raimundo Carvallo, entre otros oficiales participantes en el motín. De dicho texto se extrae parte de la sentencia en donde se condena a los principales involucrados en la muerte de Diego Portales.

“ .. todo bien examinado i oídas las defensas de sus procuradores, ha condenado el consejo i condena a los reos ex – coronel del rejimiento de Maipo don José Antonio Vidaurre, ex – teniente coronel don José Antonio Toledo, ex – capitanes don Santiago Florín, don Narciso Carvallo, don Raimundo Carvallo, don Daniel Forelius, ex – teniente don Carlos Ulloa i ex – cabo de serenos Luis Ponce, a que sean pasados por las armas a las doce del día de mañana, i en consideración a no haber verdugo que ejecute la de horca prevenida por ordenanza en el artículo 26 del tratado 8.° título 10; que sean embargados los bienes de don José Antonio Vidaurre, don José Antonio Toledo, don Narciso i don Raimundo Carvallo i don Santiago Florín, para indemnizar los perjuicios irrogados a la caja del estinguido rejimiento Maipo, por ser probado que entre éstos se han repartido de sus caudales”
El religioso franciscano Fray José María Pascual, uno de los sacerdotes que acompañaron a los condenados al patíbulo el 4 de julio de 1837, indica que el capitán don Santiago Florín, pocos momentos antes de ser ejecutado, le entregó personalmente una declaración en los términos siguientes:


"Yo, Santiago Florín, capitán del rejimiento Maipo. En fe de que muero como católico cristiano, declaro i confieso que la muerte del señor Ministro don Diego Portales fue obra espontánea de mi voluntad, sin que para ello hubiese tenido orden de mi coronel don José Antonio Vidaurre, ni tampoco hubiese tomado parte ninguna en la precitada muerte; pues, luego que la supo, la sintió mucho i dijo: somos perdidos. I para que esta mi confesión llegue a noticia de todos, i no se denigre a nadie injustamente, pido que se de a luz en los periódicos de la República. Así lo firmo en el mismo momento en que voi a dar cuenta de mi vida al Eterno Juez.- Firmado, Santiago Florín."
Asimismo, el ex – coronel Vidaurre, estando prisionero en el bergantín Teodoro, escribe su testamento. En él, declara por bienes un fundo entre los ríos Biobío y Duqueco, 400 vacas y 80 terneros. Asimismo, en dicho documento reafirma su completa y total inocencia en los hechos que terminaron con la muerte del ministro Portales, y termina encargando a su sus hijos para que se conviertan en personas de bien, y solicita que su desgracia no caiga sobre ellos.

La sentencia se ejecutó de acuerdo a lo establecido por el consejo de guerra, en la plaza de Orrego (actual Plaza Victoria), de acuerdo al informe entregado por el secretario señor Miguel Riofrío.Fray José continúa en su declaración, que se acercó al gobernador de la provincia, don Ramón Cavareda, a quien le mostró el manuscrito de Santiago Florín, junto a una carta despedida de Vidaurre a su familia y a otra de Forelius, quien encomendaba la educación de su pequeña hija a la señora Josefa Larraín. El Gobernador le indicó que no era necesario publicar la carta de Florín, quedándose el con el documento, y devolviendo las otras dos misivas para que fueran remitidas a sus destinatarios.
El diario “El Mercurio” publicaba el mismo día de la ejecución:

En el día de hoy, a la una y cinco de la tarde, fueron fusilados en la plaza de Orrego los reos siguientes: José Antonio Vidaurre, ex coronel; José Antonio Toledo, ex teniente coronel; Santiago Florín, ex capitán; Narciso Carvallo, ex capitán, Raimundo Carvallo, ex capitán; Daniel Forelius, ex capitán; Carlos Ulloa, ex subteniente; y Luis Ponce, ex cabo de serenos. El Consejo de Guerra de oficiales generales que sentenció ayer a los reos que anteceden, omitió la degradación de ordenanza, por estar dados de baja según se dice. Al reo Santiago Florín, según la sentencia del Consejo, se le cortará el brazo derecho y se fijará en una pica en el mismo lugar en que asesinó bárbaramente al finado señor ministro don Diego Portales, como también la cabeza, que se colocará en el mismo lugar en que fue aprehendido. La cabeza del ex coronel Vidaurre se colocará sobre una picota, según la sentencia, en la plaza de Quillota.
Sus acciones despertaron entre sus contemporáneos un fuerte rechazo así como también gran apoyo. A su primo Juan Vidaurre Morla, quien lo había combatido en el cerro Barón, se le concedió el permiso de complementar su apellido con el de Leal hasta por cuatro generaciones, generándose un nuevo apellido, “Vidaurre Leal”.

Don José Antonio Vidaurre estaba casado con Valentina Palma Fernández, oriunda de la ciudad de Valdivia, e hija legitima de don Manuel Palma y Antonia Fernández.

Ella era viuda de don Juan Florín y Vives, con quien había tenido 16 hijos durante su primer matrimonio entre 1806 y 1819. El matrimonio se celebró en el año 1828, y durante su convivencia, la pareja procreó a:

  • Filemón Vidaurre Palma
  • José Antonio Emilio, nacido en la ciudad de Concepción en 1831. Fue bautizado el 15 de Julio de 1832, a insistencia del Presbítero Don Gil Calvo. Fueron sus padrinos, su media hermana, doña Josefa Florín y Raimundo Carvallo.
  • Josefa, casada en la ciudad de Concepción, el 23 de Julio de 1848, con don Esteban Dañino, viudo de su media hermana, Demetria Florín Palma. Fue testigo del matrimonio, por parte del novio, don Enrique Florín Palma y padrinos de la novia don Zenón Manzano y doña Manuela Puga, y sus testigos, sus hermanos Filemón y Emilio.
  • Isabel, nacida en Concepción en 1833 y bautizada en 1834. Fueron sus padrinos don Domingo Sota y doña Manuela Puga.
Doña Valentina Palma, habiendo perdido a su marido el coronel Vidaurre, a su hijo, Santiago Florín y a los maridos de sus hijas María Josefa y María Mercedes, se traslada a la ciudad de Concepción.

Por escritura de compraventa de la época, se sabe que gran parte del fundo que había declarado Vidaurre en su testamento en 1837, fue vendido en 1851 por doña Valentina Palma y su hija Josefa Vidaurre.

En su libro “INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LOS DIEZ AÑOS DE LA ADMINISTRACIÓN MONTT”, Vicuña Mackenna indica haber visitado a doña Valentina Palma en 1850, y menciona que pasaba sus últimos años confeccionando distintos tipos de masas y buñuelos para mantenerse. De acuerdo a este mismo autor, Valentina Palma habría muerto pocos años antes de la publicación del mencionado texto en 1863.

En 1895, la hija del matrimonio Vidaurre – Palma, Josefina, solicita la Posesión Efectiva de los bienes de sus padres. Aun cuando se indica en el referido documento que no existen bienes raíces, si se deja constancia que ella, a esa fecha es la única heredera.

4 comentarios:

  1. Muy buen artículo, documentado y preciso. Gracias.

    ResponderEliminar
  2. Hey, pero que buen artículo! Hasta ahora lo más completo que he leído del héroe bolivariano. Saludos Cordiales

    ResponderEliminar
  3. Excelente artículo. Hasta el momento lo más completo que he leído del héroe bolivariano. Te lo pediré prestado para mi blog. Saludos cordiales.

    ResponderEliminar